No dejo de ver cierta poesía en esos cuerpos, preparados para la violencia. El corte depende del carnicero, pero en general, una pierna vale menos que el torso, la cabeza suele ser un premio gordo y los puños, lejos, regulan la ola de sufrimiento. Ciencia y arte para el trajín de huesos y carne. Sutil gobierno, más a pesar de todo ese maquillaje, me pregunto si, golpeando con la cabeza, las cabras, a diferencia de los humanos, no sabrán de la vida algo, que quizá ignoramos.

Voluntad recta, mandíbula torcida:
sostén del arma son tus dedos.
En el Dios hueco, picos de heroína;
en la boca, el óxido de hierro.

La auto-destrucción no tiene nada que ver con la razón o la locura, sino con la sinceridad.

Todas las criaturas
en un solo sentimiento,
reunidas por un instante,
y solo hallar miedo.

Solo quiero dormir... ¿Por qué no me dejas?