lunes, 27 de noviembre de 2017

No dejo de ver cierta poesía en esos cuerpos, preparados para la violencia. El corte depende del carnicero, pero en general, una pierna vale menos que el torso, la cabeza suele ser un premio gordo y los puños, lejos, regulan la ola de sufrimiento. Ciencia y arte para el trajín de huesos y carne. Sutil gobierno, más a pesar de todo ese maquillaje, me pregunto si, golpeando con la cabeza, las cabras, a diferencia de los humanos, no sabrán de la vida algo, que quizá ignoramos.